sábado, 18 de agosto de 2018

Una historia del fútbol peruano


Me gustaría terminar este ciclo de notas sobre la participación de la selección peruana en la Copa Mundial Rusia 2018, después de 36 años, con un comentario sobre la tesis de doctorado de Gerardo Álvarez Escalona, titulada “Espectáculo deportivo y formación de identidades en el fútbol. Lima, primera mitad del siglo XX” (México DF: El Colegio de México, 2013).

Se trata de una interesante investigación, que esperamos pronto se publique, que traza la historia del fútbol peruano. En ella se explica cómo lo que era la práctica esporádica de un deporte inglés que los marineros insuflaron en un pequeño grupo de entusiastas a fines del siglo XIX, se convirtió ya para la segunda década del siglo XX, en un entretenimiento masivo, cuyas primeras competencias internacionales se transmitieron por telégrafo.

Leer este documento me hizo reflexionar sobre un aspecto que se explica muy bien en la tesis, el paso del fútbol como un juego –en el que lo importante era participar, divertirse, ejercitarse–, al fútbol como una profesión que implica dedicación exclusiva y el objetivo de la victoria. Gerardo Álvarez plantea un primer momento en el que el fútbol se regía por las normas del olimpismo, lo que implicaba muchos sacrificios de parte de quienes resolvían hacer un espacio en su tiempo, en su cotidianidad y en su vida para ejercitarlo, sin recibir ninguna retribución monetaria. Pensar que algunas de las figuras más importantes de la historia de nuestro fútbol nacional combinaban su afición con la recolección de basura, con el trabajo como obrero, con los estudios, parece increíble en comparación con el presente. Ello contrasta drásticamente con sueldos que hoy en día son exorbitantes para una actividad que si bien nos entretiene a todos y que podemos interpretar como un síntoma de nuestra propia sociedad, es muchas veces grosera, hasta indecente en un mundo en el que millones de personas mueren de hambre o en el que aquellas profesiones medulares para la sociedad -maestros, agricultores, enfermeros, policías- tienen sueldos de miseria.

Durante el mundial se mencionó este aspecto monetario del fútbol, sobre todo cuando aparecía en escena la selección brasilera, con algunos de los jugadores mejor cotizados del mundo, de lo que se hacía alarde al señalar que habían más de 250 millones de dólares en el campo de juego. Lo cual nos indica que las estrellas del fútbol son como estrellas de Hollywood y podríamos hacer diferentes lecturas partiendo de esa afirmación. La profesionalización del espectáculo fue un paso obligado una vez que las masas empezaron a practicarlo y a interesarse por él, ya los terrenos baldíos no eran apropiados ni para jugarlo ni para apreciarlo, así se fue creando una prensa especializada, entrenadores especializados, hasta el presente en el que el fútbol se ha convertido en una industria que deja varios millones de millones de dólares en todo el mundo. 

Volver atrás en el tiempo, a través de la investigación de Gerardo, tan amena, precisa y bien documentada, me lleva a preguntas utópicas sobre lo que se perdió cuando el fútbol dejó de ser una pasión desinteresada para volverse interesada. Estoy segura que hay diferentes escalas de ese interés, por ejemplo Paolo Guerrero en nuestra selección demostró su amor a la camiseta una vez que no descansó hasta que le permitieron jugar por el Perú en el mundial. Y en cambio, por más que apreciamos el estilo y la calidad del juego de Neymar, es lamentable verlo hacer rabietas de bebé en el campo, siendo un profesional de su altura. ¿Y el fútbol de mujeres, dónde queda? Gerardo Álvarez establece la historia de nuestro fútbol enfatizando que se trata de un deporte y un espectáculo de hombres, que la hombría y la virilidad fueron los principales valores que movilizaron, formando así parte de la identidad masculina dominante.  Una identidad masculina que poco a poco cede paso a las lágrimas y que éstas dejan de cuestionar la identidad del hombre, como se apreció en Rusia este año.

Quienes vimos perder a Perú apelamos al discurso de perder con honor, porque vimos su esfuerzo y su entrega en la cancha, la que lamentablemente no fue suficiente para pasar a la siguiente fase. A la vez se enarbolaron muchos discursos justificatorios, como el que volver después de 36 años ponía mucha presión sobre los jugadores, como que no haber jugado en un mundial antes los dejaba sin experiencia en torneos de esa naturaleza. En efecto, mi lectura radicó sobre la gran presión emocional que significaron los partidos y por ello el último, una vez que no había esperanzas de clasificar, se sintió mucho más suelto, mucho más alegre, más como un juego que hay que disfrutar, gozar pero en el que no te juegas la vida, ni el sueldo, ni el nombre de la patria. ¿Es que no había otra salida para el fútbol que volverse un negocio? En fin, son algunas de las interrogantes que tal vez podremos desarrollar más adelante.

miércoles, 1 de agosto de 2018

Poeta que no entiende futbol


Aunque parece un libro de cuentos, Poeta que no entiende futbol de Adriana Bernal, es en realidad una novela fragmentada. Aunque aparentemente es sobre el futbol, en realidad éste se utiliza como herramienta para tratar varias problemáticas, aquellas que son las que terminan convocando a millones de aficionados en torno a un balón: “Mirar un pizarrón con jugadas es mirar las estrategias para la vida. En lo colectivo. En lo individual. Lo que depende de él y lo que no. Lo que puede controlar”(71).

La novela sigue la historia de tres personajes: el “Chilaquil” Bolaños, el jugador estrella; Arnulfo Córdova, un aficionado o más bien un estudioso del balompié; y Bulmaro Sotres, un apostador y oportunista. Sus vidas se entrecruzan en torno a un evento de magnitud planetaria: Copa Mundial de Rusia. Esa cercanía con el tiempo presente provoca la sensación de simultaneidad, parece que Bernal miraba la copa mundial y escribía al mismo tiempo. Aunque no haya sido así, sin duda que el efecto ha sido parte de la estrategia para ganar el partido.

Poeta que no entiende futbol es una excelente primera novela que utiliza el lenguaje del futbol como herramienta discursiva, como metáfora, como símbolo. Quien escribe esta novela breve sin duda disfruta del futbol en la cancha y conoce sus reglas, sus sorpresas, sus alegrías. Su acercamiento al tema es profundo, aborda temas como la fama, la corrupción, el azar, pero también la emergencia del futbol femenino. Lo más interesante es que se trata de una saga que continuará y en efecto el final es sólo el comienzo de nuevas historias todavía por venir, dejando en el tintero suficiente suspenso como para invitarnos a marcar en el calendario el próximo partido, perdón, el próximo libro.

Me alegra sobre manera que Poeta que no entiende futbol se atreva a incursionar en un ámbito que es considerado prohibido para mujeres. Bernal deja claro que no es una advenediza y que con toda autoridad y estilo se propone un proyecto ambicioso: una  saga  futbolística. Se integra de este modo a una ola femenina que busca entrar al terreno de juego, no sólo son narradoras, comentadoras sino también escritoras las que tocan el silbato y piden ingresar al juego. No puedo más que concluir señalando que parece que el partido estará más interesante que nunca. 

El libro ha sido editado por Et al, editorial con ñ, y se puede encontrar en el siguente enlace:
http://www.etalcontenidos.com/libros/poeta-que-no-entiende-futbol/